porque hay días en que realmente queremos desaparecer,
esfumarnos
no tener que continuar enfrentándonos con el tiempo
luchar en su contra y rebelarnos para dar margen a vernos de lejos y sopesar nuestra propia existencia
como si no fuéramos nosotros los encerrados por el traje de piel
perdidos somos, sí
con brújulas rotas
estrellas que giran aleatoriamente
alejando el norte de nuestra vista
huellas que se borran a nuestro paso
impidiendo todo regreso posible
pero tarde o temprano surge luz de las sonrisas
esperanza de unos brazos salvavidas
calor hasta de los rincones más inescrutables
el aire se suaviza y vuelve a nuestros pulmones traspasando la tela de angustia
que nos mantenía con el plomo en los pies
y sin darnos cuenta,
sin percatarnos realmente de la dosis de paz que recibimos
sonreímos
y -para bien o para mal-
volvemos
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